Yvette Pons: “Debemos ver la fascia como la ‘caja negra’ del cuerpo”

Yvette Pons: “Debemos ver la fascia como la ‘caja negra’ del cuerpo”

Actualizado el 12 dic. 2025 por Anna León Mir

La fascia es capaz de registrar emociones, tensiones y ritmos biológicos. Cada tejido tiene su propio pulso, por lo que debemos escucharlo y devolverle coherencia, según Yvette Pons, esteticista y experta en estética funcional. 

Lo más avanzado en estética pasa por resincronizar el organismo. A efectos prácticos, ¿cómo empezamos a escuchar esa conversación entre la piel y los ritmos internos del cuerpo?

Escuchar esta conversación implica observar bloqueos físicos, rigideces, aspectos de la respiración o signos fasciales que revelan desajustes entre cómo vivimos y cómo percibe el tiempo nuestro organismo. 
Un ejemplo práctico sería observar un patrón muy habitual. Cuando la fascia del cuello y del diafragma está rígida, la respiración se vuelve más corta y el tejido facial pierde luminosidad. Un diafragma tenso limita la amplitud respiratoria y altera el ritmo interno. Como cura complementaria, los hipopresivos pueden ayudar a recuperar espacio y favorecer un patrón respiratorio más coherente. En cabina, el trabajo manual orientado a ampliar el rango de respiración se convierte en una herramienta clave para restablecer esa armonía.

¿Otro ejemplo?

En el cuello, un platisma rígido suele manifestarse en la típica “arruga de cuello de cisne”. Este bloqueo fascial afecta a la estética, pero también habla de un desajuste profundo. Aquí, mis técnicas faciales de autor -como el gesto “pianista”, preciso y tisular- permiten liberar la tensión, mejorar el tono y devolver coherencia al tejido.

Hablas de conceptos como biofascia y cronoenergía. Básicamente, ¿a qué te refieres y cómo influyen en estética?

Cuando hablo de biofascia, me refiero a entender la fascia desde su definición: un tejido conectivo vivo que envuelve y conecta absolutamente todo -músculos, órganos, huesos, nervios, etcétera- que funciona como una red continua. No es una simple “envoltura”: registra emociones, tensiones y ritmos internos, casi como si fuera la “caja negra” del organismo.

Una analogía muy útil para las profesionales: la fascia es como el sistema de notificaciones del cuerpo. Si algo se desajusta -estrés, falta de descanso, una postura mantenida-, la fascia lo avisa antes que la piel.

Por eso, en estética, un bloqueo fascial no es solo una zona “dura”. Es la señal de que el ritmo biológico se ha desordenado. Estos son algunos ejemplos muy claros de disincronía interna en cabina: 

  • Un pómulo que pierde tono sin causa aparente.
  • Una mandíbula rígida que resiste la maniobra.
  • Una zona cervical que se queda atrapada incluso con técnicas suaves.

¿Y la cronoenergía?

Es el paso siguiente. Aplica conocimientos de cronobiología, bioelectricidad y energía celular para entender que envejecer no significa deteriorarse, sino dejar de ir a compás. 

Imagínate que tu organismo es una orquesta. Cuando un organismo entra tarde -el sueño, el sistema inmune, la respiración-, la pieza musical se desincroniza. Ya no es cómo debería ser. Lo mismo sucede con la piel. Algunos síntomas reconocibles por profesionales son:

  • Piel apagada después de varios días durmiendo fuera de horario.
  • Inflamación recurrente en personas con ritmos de alimentación irregulares.
  • Fatiga cutánea en quienes respiran de forma corta y alta durante todo el día.

En cabina, este concepto se traduce en tratamientos que buscan afinar el compás interno, además de tratar la superficie:

  • Maniobras tisulares que liberan zonas afectadas.
  • Trabajo respiratorio para recuperar el ritmo natural.
  • Técnicas que equilibran la energía vital para que el tejido responda de forma coherente.

Aseguras que la belleza del futuro será sincrónica, no cosmética…

La evidencia científica reciente apunta hacia un cambio profundo. Hoy día, ya es posible medir la edad biológica en tiempo real mediante biomarcadores integrados y sensores capaces de detectar inflamación, estrés oxidativo o desequilibrios celulares antes de que sean visibles. Esto transforma la forma de entender la estética. Si el cuerpo emite señales anticipadas, la estética debe intentar escucharlas y actuar antes de que se manifiesten en la piel. Por eso, la belleza del futuro no se basará solo en productos, sino en recuperar la sincronía entre los ritmos internos y lo que la piel expresa.

Esta visión supone un cambio de paradigma en cabina, donde tienen prioridad los tratamientos y sus activos, al menos hasta ahora.

Sí, porque aquí el protagonismo ya no lo tienen únicamente los activos, sino la lectura del tejido y la interpretación de sus ritmos. La cabina se convierte en un espacio de regulación biológica. Se trabaja la fascia como tejido vivo y se utilizan maniobras que modulan tensiones. Asimismo, se favorece la coherencia respiratoria y energética del cuerpo. El objetivo no es solo relajar o tonificar, sino armonizar. Esta mirada cambia la manera de diseñar cada protocolo y amplía el papel de la profesional como intérprete de los signos fasciales y cutáneos. ¡El cambio de paradigma será absoluto! No puedo evitar preguntarme: “¿Cómo visualizan su formación y futuro aquellas profesionales que desean dedicarse a la enseñanza?”.

¿De qué forma se puede implantar esta estética predictiva en el centro de estética? 

En principio, deberíamos incorporar el diagnóstico predictivo estético. Aprender a observar la arquitectura facial, la postura, la mordida, la posición de la cabeza y los pies, los signos cutáneos y los patrones respiratorios como indicadores de disincronía celular. Después, habría que integrar tratamientos moduladores que trabajen sobre el ritmo biológico, combinando maniobras tisulares coherentes con la respiración. Y, por último, adoptar una narrativa alineada con esta visión. Es decir, entender la piel como un sistema que revela información antes de que los biomarcadores lo indiquen.

¿Cómo aplicas esta estética predictiva en tu centro y mediante la plataforma Mastelier?

En el centro aplico esta estética predictiva a través de herramientas que me permiten leer el tejido con profundidad. Modelos como Rostrolog-yp® aportan una forma muy precisa de interpretar los signos fasciales y cutáneos como indicadores de desajuste interno. La postura, la respiración, la distribución de tensiones y la forma en que la fascia responde dan pistas claras sobre el ritmo biológico de la persona.

Por su parte, las técnicas manuales como Sulyfht® permiten trabajar el tejido desde dentro, liberar bloqueos, modular la fascia, mejorar la coherencia respiratoria y favorecer que el cuerpo recupere su propio compás. No se trata solo de relajar o tonificar, sino de trabajar para que la piel responda de forma más armoniosa.

Respecto a la plataforma Mastelier®, el énfasis está en la formación profunda. Enseñar a observar, entender e interpretar. Cada vez sabemos más sobre longevidad, ritmos biológicos y el impacto, emocional y físico, del estilo de vida en el envejecimiento. La estética del futuro requerirá profesionales capaces de leer el tejido como un sistema vivo y anticiparse a los cambios antes de que se hagan visibles. 

Las profesionales que llegarán lejos serán las que aprendan a comprender esta sincronía, integrando una mirada predictiva. Una mirada coherente con la ciencia y la forma en que el cuerpo se expresa.

Lee esta y otras entrevistas en Vida Estética & Spa edición diciembre 2025 y enero 2026. 

Anna León Mir

Anna León Mir

Publicado 12º dic. 2025

Suscríbete al newsletter

Subscríbete
You must be a member to save and like images from the gallery.