La manicura como motor de rentabilidad
Dentro de un centro de estética o salón de belleza, el área de uñas puede convertirse en una de las unidades más rentables… o en una de las más infravaloradas.
En un mercado cada vez más competitivo, la clave no está solo en ofrecer un buen servicio, sino en gestionar con precisión los tiempos, los costes y la experiencia del cliente.
Según Grand View Research, el mercado europeo de salones de uñas alcanzará los 6.400 millones de euros en 2033, impulsado por la profesionalización del sector, la digitalización y la incorporación de servicios combinados.
Aprovechar esta tendencia implica mirar la manicura no como un servicio complementario, sino como una fuente estable de ingresos recurrentes.
El tiempo: el activo más valioso
Cada minuto en la agenda es rentabilidad potencial. Por eso, la planificación y el control del tiempo en cabina son esenciales.
Un servicio de manicura tradicional puede ocupar entre 45 y 60 minutos, mientras que una aplicación de gel o semipermanente oscila entre 60 y 90 minutos.
Sin embargo, la diferencia de precio suele ser inferior al incremento real de tiempo, reduciendo el margen de beneficio.
Optimizar el rendimiento no significa acelerar el servicio, sino estructurarlo:
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Ajustar la carta de servicios según duración real y margen.
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Establecer precios basados en tiempo invertido, no en competencia local.
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Implementar reservas online y recordatorios automáticos para reducir cancelaciones.
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Usar el tiempo muerto entre citas para venta cruzada o mantenimiento.
El objetivo: que cada bloque de tiempo trabaje para la rentabilidad del salón.
El ticket medio: más valor, menos volumen
Aumentar la rentabilidad no siempre pasa por atender más clientas, sino por elevar el valor del servicio.
Los salones que combinan la manicura con tratamientos adicionales (hidratación, exfoliación, aceites o refuerzo de uñas naturales) consiguen un incremento del 20 % al 30 % en su ticket medio.
Algunas estrategias efectivas incluyen:
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Ofrecer packs de mantenimiento mensual o bonos por temporada.
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Crear una experiencia sensorial: música, aromas, protocolo de bienvenida.
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Incorporar complementos como rituales de manos o refuerzo de cutículas.
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Vender productos para el cuidado en casa como prolongación del servicio.
La fidelización empieza en la experiencia y se consolida con el resultado.
La fidelización: el verdadero beneficio
Captar una nueva clienta cuesta entre 5 y 7 veces más que mantener una habitual. Por eso, la fidelización es el eje de la rentabilidad.
En el área de uñas, donde los servicios son periódicos, mantener una clienta satisfecha puede asegurar ingresos constantes durante todo el año.
Claves para lograrlo:
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Comunicación cercana: seguimiento por WhatsApp Business o correo automatizado.
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Programas de puntos o beneficios exclusivos para clientas frecuentes.
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Formación del equipo en atención emocional y lenguaje de marca.
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Revisión periódica de la experiencia del cliente para detectar áreas de mejora.
Una clienta fiel no solo regresa: recomienda, confía y defiende tu marca.
Rentabilidad sostenible: gestionar con visión empresarial
El área de uñas puede y debe gestionarse con la misma seriedad que cualquier otra división del salón.
Analizar datos (número de servicios al mes, ticket medio, porcentaje de repetición) permite ajustar precios y promociones sin comprometer la calidad.
Además, la digitalización ofrece herramientas para controlar inventario, calcular rentabilidad por servicio y automatizar reservas, liberando tiempo de gestión manual.
La manicura profesional, bien estructurada, puede representar entre el 20 % y el 35 % de los ingresos totales de un centro de estética o peluquería.
Su éxito depende de una visión estratégica: servicios rentables, procesos eficientes y una comunicación que conecte con la clienta moderna.
Gestionar la manicura como un negocio dentro del negocio es el paso que diferencia a un salón rentable de uno saturado.
El tiempo, el ticket y la fidelización son los tres pilares para transformar un servicio cotidiano en una fuente constante de crecimiento.
En un sector que evoluciona hacia la excelencia, la rentabilidad también es una forma de arte.