La facialista y cosmetóloga Esther Moreno, de EM Studio, revela la fórmula mágica para transformar la piel: péptidos y retinoides. Te contamos cómo reprogramar la piel con esta combinación ganadora.
En lo que a rutina facial se refiere, hay combinaciones que marcan un antes y un después. Es el caso de los péptidos y los retinoides, tal y como asegura Esther Moreno, facialista y cosmetóloga, fundadora de EM Studio: "Cuando los péptidos se combinan con activos transformadores como los retinoides o la vitamina C, la piel no solo mejora: se reprograma".
El superpoder de los péptidos
Aunque se hable mucho de ellos en redes, los péptidos son cadenas de aminoácidos presentes de forma natural en nuestra piel. Y cuando se formulan con inteligencia cosmética, tienen la capacidad de activar funciones celulares clave como la producción de colágeno, la elasticidad o la reparación de la barrera cutánea. “Son como entrenadores personales: saben a qué células se deben dirigir y qué les deben decir para que se pongan en marcha”, explica Moreno.
Lo más interesante es lo que ocurre cuando se usan junto a otros activos. Como los retinoides, los antioxidantes o el ácido hialurónico.
Retinoides + péptidos
Por una parte, los retinoides (derivados de la vitamina A) se encargan de estimular la renovación celular, unificar el tono, afinar la textura y combatir las arrugas. Y por otra parte, los péptidos se encargan de facilitar que esa “obra” se lleve a cabo sin grietas. “Los retinoides transforman, pero los péptidos sostienen. Unos remodelan y los otros reconstruyen. Juntos, el resultado es una piel mucho más equilibrada, firme y luminosa”, afirma Moreno.
Y no solo se complementan: los péptidos también modulan el impacto de los retinoides, suavizando posibles efectos adversos como irritaciones o sequedad. En concreto, aportan calma y reparan la piel a medida que se adapta al ritmo nocturno de la vitamina A.
Fórmula apta para casi todo el mundo
“La piel no entiende de edades, sino de necesidades”, insiste Moreno. Por eso, los péptidos son tan versátiles: sus múltiples versiones permiten adaptarse a diferentes etapas y condiciones cutáneas. Si la piel está apagada, fatigada, deshidratada o comienza a mostrar signos de flacidez, es muy probable que esta combinación sea justo lo que necesita. Incluso en pieles jóvenes o sensibilizadas, los péptidos actúan como equilibrantes. ¿Cómo lo hacen? Restauran la barrera y favorecen la tolerancia a otros activos.
El orden importa (y mucho)
Para aprovechar al máximo esta sinergia, es clave aplicar los productos en el orden correcto, según su textura y función:
- En primer lugar, se aplican los activos más ligeros y transformadores (como los retinoides que se usan por la noche) y después los más estructurales y protectores, como los péptidos. “Es como construir una casa: primero se pone el andamiaje y luego se refuerzan los muros”, explica Moreno.
- Además, no hay que obsesionarse con la potencia. “Lo importante es la constancia, el equilibrio y saber cuándo la piel necesita estimular y cuándo reparar”, concluye.