El comportamiento del consumidor en peluquería está directamente influenciado por la situación económica. Inflación, poder adquisitivo y tendencias sociales marcan la frecuencia de visitas, el tipo de servicios demandados e incluso los estilos de moda. Para un salón, conocer estos datos es clave para adaptar precios y ofertas sin perder rentabilidad.
El impacto de la subida de precios
En los últimos años, los precios de los servicios de peluquería han ido en aumento. Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), en 2023:
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El precio medio de un corte de pelo en España fue de 17 € para mujeres y 12 € para hombres, con un incremento cercano al 7 % respecto a 2022.
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En capitales como Madrid o Barcelona, el corte puede superar los 30–40 €, especialmente en salones premium.
El caso británico ilustra el mismo fenómeno a escala mayor: un estudio publicado en The Guardian (2025) muestra que el precio medio de los cortes subió un 30 % en cinco años, llevando a los consumidores a optar por estilos de bajo mantenimiento y espaciar las visitas. Esta tendencia empieza a consolidarse también en España.
Hábitos de visita en España
El mercado español se mantiene activo, pero con cambios notables:
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Según Statista (2024), el 62 % de los españoles acude al menos una vez al mes a un centro de peluquería o belleza.
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La frecuencia se reduce en periodos de menor poder adquisitivo: en los últimos dos años, aumentó el número de personas que pasan de visitar cada 4 semanas a hacerlo cada 6–8 semanas.
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El cliente masculino ya representa un 40 % de la facturación en peluquerías y barberías, y crece la demanda de servicios como coloración, tratamientos capilares y arreglos exprés.
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Las generaciones más jóvenes (Gen Z y Millennials) valoran más la experiencia global del salón y el trato personalizado, incluso por encima del precio.
Cambios en los servicios más demandados
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Técnicas de color de larga duración: balayage, babylights y coloraciones que requieren retoques menos frecuentes ganan terreno frente a servicios más exigentes.
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Tratamientos capilares premium: hidratación profunda, bótox capilar o keratina son vistos como una inversión en autocuidado.
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Servicios exprés: retoques rápidos, peinados en 15 minutos y tratamientos flash permiten captar a clientes con poco tiempo y que buscan optimizar gasto y visita.
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Experiencia premium: en el segmento alto, los clientes siguen apostando por salones que ofrezcan una vivencia diferenciadora (ambientación, bebidas, asesoría exclusiva).
Estrategias para adaptarse y no perder rentabilidad
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Ofrecer escalas de precios
Divide tus servicios en básicos, intermedios y premium. Así atraes a clientes sensibles al precio y al mismo tiempo mantienes margen con quienes buscan calidad superior. -
Incentivar la recurrencia
Bonos, membresías o descuentos por reserva anticipada ayudan a que el cliente vuelva antes. En Reino Unido, este tipo de programas aumentan la frecuencia de visita en un 15–20 % anual (Phorest). -
Combinar servicios duraderos con exprés
Propón packs inteligentes: un balayage que dure meses junto a servicios exprés de retoque entre visitas. Así aseguras más pasos del cliente por tu salón sin forzar su presupuesto. -
Comunicar valor añadido
Si tu precio sube, explícales el porqué: productos de mayor calidad, técnicas más avanzadas o experiencia más personalizada. El cliente acepta pagar más cuando entiende el beneficio. -
Digitalización para mejorar eficiencia
Recordatorios de citas por WhatsApp reducen las ausencias en un 40 % (Campaign Monitor). Además, optimizan la agenda y evitan horas muertas.
Los datos muestran que el consumidor en peluquería se adapta a la situación económica, buscando servicios que maximicen su inversión: menos visitas, más durabilidad y experiencias con valor añadido. Para los salones, la clave está en ser flexibles, diversificar servicios y demostrar al cliente que cada euro invertido merece la pena.