En un mercado dominado por la inmediatez y las tendencias virales, los profesionales de la estética se enfrentan a un nuevo reto: reeducar al consumidor ante la sobreinformación cosmética. Cada semana surge un “producto milagroso” o una rutina que promete resultados inmediatos, pero la realidad es que la piel no entiende de modas, sino de necesidades reales y únicas.
Así lo afirma Jenifer Alonso, fundadora de Infinittime, facialista y especialista en diagnóstico personalizado:
“Como profesionales, tenemos la responsabilidad de acompañar al cliente desde la información y la coherencia. No podemos recomendar un cosmético solo por venderlo. Nuestro compromiso es con la salud de la piel, no con las tendencias del mercado.”
En un entorno digital saturado de consejos, influencers y publicidad agresiva, muchos consumidores llegan a los centros estéticos con pieles sobreexpuestas a activos, irritadas o desreguladas.
“El exceso de productos o las combinaciones inadecuadas de activos son hoy una de las principales causas de sensibilización cutánea”, explica Alonso. “El problema no está en la calidad del producto, sino en su falta de adecuación al tipo y estado real de la piel.”
El nuevo papel del profesional: guía y educador
El auge del “consumo cosmético por impulso” ha generado un cambio en el rol del profesional estético. Ya no basta con aplicar tratamientos o vender productos: educar al cliente en el cuidado consciente es parte esencial de la práctica profesional.
Cada piel es única —condicionada por la genética, el entorno, la alimentación o el estrés—, y solo un diagnóstico preciso puede garantizar resultados reales y duraderos.
“Antes de seguir modas o replicar rutinas de internet, el cliente necesita que alguien le ayude a entender su piel. Ese alguien debe ser el profesional formado, que interpreta, analiza y personaliza”, añade Alonso.
Claves para promover un consumo cosmético consciente desde el centro estético
Para los profesionales que desean incorporar la educación consciente en su labor diaria, Jenifer Alonso propone cinco principios básicos:
- Educar antes que vender. Cada recomendación debe partir del diagnóstico y no del interés comercial.
- Observar y escuchar. Registrar cómo responde la piel en cada visita es la mejor forma de ajustar tratamientos y productos.
- Combatir la desinformación. Ayudar a desmontar mitos y tendencias virales con argumentos técnicos y experiencia profesional.
- Fomentar la coherencia. Repetir al cliente que la constancia y la personalización son más efectivas que cualquier “milagro cosmético”.
- Utilizar las redes sociales, para informar a nuestros clientes de manera directa y veraz, no para su uso comercial y la venta pasiva de cosméticos.
Un movimiento necesario para la profesión
Desde Infinittime, Alonso impulsa una corriente de trabajo que prioriza la educación y la ética profesional como pilares de una estética moderna y sostenible:
“Nuestra misión no es solo cuidar la piel del cliente, sino también su relación con la cosmética. La verdadera fidelización nace de la confianza y la educación.”

Jenifer Alonso