Boris Soler (Málaga, 1966) es peluquero, formador y speaker. Dirige el salón Le Fabric 54 en Málaga y se ha convertido en un referente de cómo integrar la digitalización en la peluquería: redes sociales, blog y canal de YouTube representan más del 40% de su facturación. Con más de 35 años de experiencia, es reconocido por su estilo cercano, su visión empresarial y su lema: “No tenemos tiempo de hacer las cosas con prisas”.
1) Has demostrado que las redes sociales pueden ser una fuente de negocio real para un salón. ¿Qué consejo darías a los peluqueros que aún no se atreven a dar el salto digital?
“Yo siempre digo lo mismo: no hay que esperar a tenerlo todo perfecto para empezar. Las redes no son un examen, son una conversación. Los clientes están ahí, mirando, buscando… y si no apareces, no existes. Al principio da vértigo, lo sé, pero no necesitas cámaras carísimas ni vídeos de cine: solo enseñar tu trabajo, tu día a día y tu pasión. Eso conecta. Así empecé yo, con lo que tenía, y poco a poco se convierte en una parte natural del negocio.”
2) Tu lema es “no tenemos tiempo de hacer las cosas con prisas”. ¿Cómo logras trasladar esta filosofía a un sector que, muchas veces, vive con agendas ajustadas y clientes impacientes?
“Con mucha paciencia… y explicando. La gente cree que ‘más rápido’ es ‘mejor servicio’, y es justo al revés. Un buen trabajo necesita su tiempo, y cuando el cliente lo entiende, empieza a valorar esa diferencia. Yo siempre digo: prefiero que salgas un poco más tarde, pero feliz, que puntual y decepcionado. Además, si trabajamos con calma, el resultado es mejor y el cliente repite. Al final, nadie se acuerda de si tardaste 20 minutos más, pero sí recuerda cómo le quedó el pelo y cómo se sintió.”

3) Más del 40% de tu facturación proviene de la digitalización. ¿Cómo ha cambiado esto tu manera de entender la gestión de un salón de peluquería?
“Muchísimo. Antes, todo dependía de la ubicación y del boca a boca. Ahora, gracias a lo digital, mi salón está abierto las 24 horas. La gente me descubre por Instagram, reserva online, se informa antes de venir… Eso te cambia la mentalidad: ya no solo piensas en cortar o teñir, piensas en cómo comunicar, cómo llegar a más gente y cómo organizar mejor tu tiempo. Además, me ha permitido diversificar: no solo atender en el salón, sino también formar, crear contenido… es otro nivel de gestión.”
4) Mirando al futuro, ¿qué tendencias ves en la peluquería española y qué papel deberían jugar los profesionales para seguir siendo relevantes?
“Yo veo tres cosas claras:
- La personalización: cada cliente quiere un servicio hecho a su medida, no un catálogo estándar.
- La sostenibilidad, que ya no es una moda, es una necesidad real.
- La profesionalización: ya no basta con cortar bien, hay que formarse, comunicar y llevar bien la parte empresarial.
El peluquero del futuro tiene que ser un asesor completo, alguien que inspira, aconseja y acompaña. Porque al final, cortamos pelo, sí, pero sobre todo trabajamos con la imagen y la autoestima de las personas.”
5) La inteligencia artificial está transformando muchos sectores. ¿Crees que la IA puede aportar valor a la peluquería y cómo podrían los profesionales integrarla sin perder la esencia humana del oficio?
“Sí, sin duda puede aportar. Yo ya lo uso para organizar los vídeos, inspirarme con tendencias, crear guiones, incluso para contenidos en redes. La IA te ahorra tiempo en tareas pesadas, y eso te permite centrarte en lo que importa. Pero ojo: la peluquería es humana. Ninguna máquina va a escuchar a un cliente nervioso, ni va a darle la confianza de un buen consejo, ni va a ponerle la mano en el hombro. La esencia está en el trato. La IA es un apoyo, no un reemplazo. Hay que usarla para liberar tiempo y dedicarlo a lo que realmente hacemos mejor: conectar con las personas.”
Una conversación que confirma lo esencial: tecnología sí, pero al servicio de lo humano. Para Boris, el futuro del salón pasa por comunicar mejor, trabajar con calma, personalizar cada servicio y apoyarse en herramientas que liberen tiempo… para dedicarlo a lo que más importa: la relación con el cliente.
Gracias Boris por compartir tu experiencia y tus ideas.
 
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