En los últimos meses, las redes sociales, especialmente TikTok, han sido testigo de un fenómeno viral: niños y preadolescentes compartiendo rutinas de cuidado facial, muchas veces inspiradas en influencers adultos o productos de lujo. Este fenómeno, que a primera vista puede parecer una práctica inofensiva o incluso saludable, ha encendido las alarmas entre dermatólogos y profesionales de la estética por los potenciales riesgos que implica.
El uso de cosmética avanzada —con ingredientes como retinol, ácidos exfoliantes o vitamina C en altas concentraciones— en pieles inmaduras puede resultar contraproducente. La piel infantil no ha desarrollado aún la barrera cutánea con la misma resistencia que la piel adulta, por lo que está más expuesta a irritaciones, alergias, dermatitis o incluso daños a largo plazo. Además, esta tendencia suele estar más motivada por la presión estética o la imitación de contenidos virales que por necesidades reales de la piel.
Desde el ámbito de la estética profesional, es fundamental que los expertos actúen con responsabilidad y pedagogía ante este fenómeno. En primer lugar, deben ofrecer una orientación clara y actualizada a las familias que acudan en busca de consejo. Es vital recordar que los cuidados básicos para niños deben centrarse en la higiene suave, la hidratación con productos adaptados a su edad y la protección solar.
Además, los profesionales tienen la oportunidad —y la responsabilidad— de educar desde sus canales digitales y consultas, desmitificando ciertas prácticas y poniendo en valor la salud de la piel por encima de las tendencias. La formación de padres y madres en este sentido es clave, ayudándoles a discernir entre lo que es una moda y lo que verdaderamente es apropiado para la piel de sus hijos.
También resulta esencial colaborar con centros escolares o asociaciones de padres, organizando charlas o talleres de concienciación sobre el uso responsable de cosméticos en edades tempranas y el impacto de las redes sociales en la autoestima infantil.
En conclusión, el papel del profesional de la estética va más allá del tratamiento: es una figura de referencia educativa que puede marcar la diferencia entre una práctica peligrosa y un cuidado consciente. Ante esta moda viral, la mejor herramienta sigue siendo la información rigurosa y adaptada a cada etapa de la vida.